LA OFICINA/ ERIKA YELO



Esa mesa en tono turquesa con una calcomanía como sello inequívoco de la firma, que ha resistido tanto tiempo y tanto oficio, siempre soporta alguna que otra pieza como parte de una exhibición espontánea. Quizás algunas pulseras, quizás algún collar o quizás algunas cadenas de las propuestas más recientes. En esa breve oficina, entre libros y revistas de moda y algunas fotografías familiares, la diseñadora de accesorios Erika Yelo consigue una tregua para hacer mengua al esmero y empeño de mucha faena de taller. En un trabajo de imaginación de horas que nunca alcanzan. Desde la puerta se asoma un largo jardín de bromelias que ella cuida y vigila a diario. Detrás de su pequeño escritorio recibe sólo a contadas personas con las que comparte algunas novedades de la firma entre un café, un té y buena charla. Varios maniquíes, de distintos formatos, hacen ver piezas de sus inicios y algunos estrenos de temporada. Un maniquí grande exhibe un enredo voluminoso de cueros y listones encerados con los que elabora sus pulseras a manera de una obra de exposición. En ese 
pequeño espacio, en ese pequeño territorio de libertad consigue momentos de paz, reflexión e inspiración.

LOOK/ SEA SONS



Fotografía: JUAN DE LOS MARES
Modelo: LUIS CALANDRIELLO
Look: SEA SONS

LA PAZ EMPIEZA...



La paz empieza con el blanco.

Fotografía: ROBERTO ATSUMI
Modelo: MELITZA LARRAZABAL
Look: COMA BERENICES BY CAROLINA LÓPEZ


LOS COLORES DE VANESSA BOULTON



En una edición inédita la diseñadora de carteras estrena con Color Color una línea de bolsos de lona en una propuesta artística con manchas espontáneas con muchos tonos neón. 

Pista:
www.vanessaboulton.com

LA CHAQUETA DE PAPEL



El trazo a lápiz que, línea a línea, imagina en papel el largo de la manga, la forma de un bolsillo, el tipo de cuello de una chaqueta. Es el comienzo de una idea con apuntes detallados que luego se llevará al corte y a las bastas. Son las rayas a pulso del concepto primario que más tarde llevará tijeras a la tela. Acá el boceto descriptivo de una chaqueta de la firma NIMROD INC by Nimrod.

ZOOM/ SERENDIPITY



Carretes en el taller de la firma Serendipity de la diseñadora de moda Fabiola Sifontes. 

LA PAZ EMPIEZA...





La paz empieza con el blanco.

Look: HEUDESGARBI

EL SHOWROOM/ PERINOLA



Detrás de esas rejas de rombos verdes, las de esa casa de las melancolías de la infancia y de las querencias de otra época, está el showroom de Helena Gil, directora creativa de la firma Perinola. Allí, como en un guardarropa, los rack exhiben chalecos, tops, vestidos y faldas, siempre con una propuesta bohemia y gipsy. La claridad entra sutilmente por la ventana cuando el día está despejado. Más allá del escritorio, sobre el que reposa una perinola de madera, están los recortes de revistas como parte de un moodboard espontáneo que da señas de algunas tendencias que compilan la inspiración del momento. Unos cuadros con marcos barrocos blancos, que cuelgan de paredes de ladrillos, muestran imágenes de la primera colección que dio inicio a esta aventura en la moda. Tras las cortinas el verdor del jardín se asoma a la vista. Varios muebles clásicos sirven como aparadores para un short o alguna bufanda. Las alfombras de arabescos contrastan con los cuadros del piso de granito. Unos elefantes, como pequeños amuletos, están en uno y otro rincón entre la ropa. Esa pequeña casa, las de las nostalgias y los recuerdos, es ahora el vestier de nuevas historias.

FOTOPOEMA



Esa libertad que consigues cuando cierras los ojos.

Fotografía: ROBERTO ATSUMI
Modelo: MELITZA LARRAZABAL
Look: COMA BERENICES BY CAROLINA LÓPEZ

EL TALLER/ CAMILA X CASTILLO



Unas líneas de luz y de sombra se forman desde la ventana y crean una arquitectura invisible, espontánea, natural. En una de las paredes, un gran corcho asoma unas fotografías en blanco y negro de obras de Gego y Jesús Soto, dos maestros que aún son una inspiración. En otra esquina unas obras de quien fuera su padre, José Guillermo Castillo. Dos máquinas de coser Singer han sido -y todavía lo son- dos cómplices de aventuras entre agujas y mucho hilo. En su taller, la diseñadora de moda Camila X Castillo siempre está desafiando la estructura de un tul, una cuerina, un lino, una seda... Siempre con la inquietud de imaginar nuevos volúmenes y formas desde cortes, hilvanes y plisados en un trabajo exploratorio que se niega a no ser sino experimental. En la mesa sus tijeras y un imán como un erizo de alfileres. En otros corchos hay fotos de colecciones que ella se propuso rescatar del olvido, de aquel retiro, aquella pausa demasiado prolongada para lo que debió ser. Y al lado de ella siempre Wulfi, su maniquí inseparable, que no sólo está allí para dejarse clavar alfileres y aguantar las bastas en su propia piel, sino para aprobar cada puntada sin que diga una palabra.


POR UN PAÍS DE TODOS LOS COLORES



Muestras de telas en la tienda de la diseñadora de moda Yenny Bastida.

LA PAZ EMPIEZA...



La paz empieza con el blanco.

Fotografía: JUAN DE LOS MARES
Modelo: RAQUEL DOMINGO.
Vestuario: COMA BERENICES BY CAROLINA LÓPEZ.

LOS MOTORES DE LA MODA



Los motores de la moda de un país.
Máquina de coser en el taller de la firma Serendipity de la diseñadora de moda Fabiola Sifontes.

LA LIBERTAD SEGÚN EFRAÍN MOGOLLÓN



Efraín Mogollón, diseñador de la firma Efraín Mogollón.

Fotografía: Andrés Rodríguez 
Agradecimientos: Valerie Lollett

LA PAZ EMPIEZA...



La paz empieza con el blanco.

Fotografía: JUAN DE LOS MARES
Modelo: KATH QUINTAL
Diseño: QUINTAL ESBOÇO

EL TALLER/ MARIANA MENESES



Las únicas flores del taller de la diseñadora de moda Mariana Meneses, no exigen agua, son las de un dibujo hecho a pulso por ella misma, los de unos capullos enhiestos que abren sus pétalos rojísimos al cenit. Casi en el medio del espacio, una enorme mesa para la distensión y la imaginación, sobre la que reposan al descuido algunos de los geométricos patrones de sus diseños. Debajo de la mesa, el contingente de telas con las que ya imagina algunas creaciones que vendrán. En unas de las repisas del estante una jaula vacía color turquesa en una alegoría a la libertad. La claridad se entromete desde la gran ventana. En los alrededores hojas con bocetos llenas de anotaciones y sesgos de telas, las tijeras con las que ella corta disciplinada los patrones, además de alfileres, libros, colores. Varios racks asoman en sus percheros diseños ya listos. De las paredes cuelgan escuadras llenas de circunferencias y una regla grande que es de un sistema de corte y confección que la ayuda a tomar referencias al momento de llevar a escala los bocetos. En ese pequeño taller las ideas siempre florecen y las flores nunca se marchitan.

MUJERES QUE DISEÑAN UN PAÍS



Susana Colina, Vanessa Farina, Marina Taylhardat, Adriana Marín, Erika Yelo, Mónica Sordo, Emily Quintal, Mariana Meneses, Eugenia Gamero y Neliana Fuenmayor.

EL DESAFÍO

Con no pocos escollos, pero sí muchos retos el gremio de los alfileres ha dado las puntadas en un camino de desafíos que no ha sido óbice para no seguir adelante aunque el sendero se vea incierto. Desde sus inicios muchos diseñadores esquivaron los temores de los comienzos, apostaron pequeñas inversiones a riesgo y demostraron que podían conquistar a consumidores locales de lo Made in Venezuela. Y lo lograron. Armaron y entrenaron -y todavía lo hacen- pequeños equipos de producción, se enfrentaron -y todavía lo hacen- con la estrechez de las posibilidades acá, e imaginaron -y todavía lo hacen- un futuro cosido en su propia tierra. Han levantado encomios y conseguido láureos en otras periferias, desarrollado producciones en el otro lado del océano, abierto talleres y tiendas aquí y allá, vendido en otras latitudes, han pisado pasarelas en otros mapas y logrado reseñas en papel en revistas que han volteado la mirada hacia este lado. Y han convencido. Lo han hecho ante muchos reveses. Pero con voluntad y esmero han podido más que las adversidades. En un país sin industria textil, con restricciones en las compras de telas, con una inflación sin freno, con políticas que no protegen la propiedad privada y con un control cambiario que desamarra la moneda a conversiones abultadas y en continuados ascensos, la producción en Venezuela parece inviable. En su convicción ellos se resisten a no poder bastear sus sueños. Sólo el pasado año algunos inauguraron tiendas y talleres en un país de circunstancias contrarias para demostrar que los anhelos no se descosen tan fácilmente. Son capaces de derrotar la incertidumbre, encontrar salidas a cortapisas y enrollar carretes de nuevas probabilidades. La moda venezolana está ante un enorme desafío, quizás el más grande hasta el momento. Pero ellos no quieren tirar las tijeras, aunque falte mucho hilo y aguja en este país para zurcir los remiendos.