Las callejuelas de Chacao, con ese pulso de gente que va y viene entre negocios que han resistido el tiempo, son un testimonio de esa vida de vecindario que una vez fue Caracas, la de vecinos que se ven y se saludan con la camadería genuina de compartir, por no pocos años, balcones, cuadras y asfalto; que coinciden entre berenjenas y tomates en el mercado, en el guayoyito en la panadería o en la misa de los domingos. Allí, en un rinconcito casi inadvertido para los transeúntes veloces y los peatones de miradas distraídas, al final de muchas tiendas propias en los mercaderes de calle, está apostada la vitrina de Lalé, esa firma de las hermanas Alejandra, Laura y Elena Gómez, que ha sabido compartir acera con los comerciantes de la zona. Adentro, en ese espacio sencillo y sin estridencias están exhibidas las carteras de las colecciones más recientes, los brazaletes emblemáticos de varias vueltas, ristras de cinturones, estuches pequeños y bolsos más grandes. Atrás, se asoma el taller en donde se anticipa el trabajo de piezas que están por salir. Cada vez que esté por Chacao con
ese gesto del buen vecino que está de paso, tóquele la puerta a las hermanas Gómez, en su tienda Lalé, y hágales la visita
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