Hay comienzos que se enredan en la obsesiones. A veces la pasión y la vehemencia son como ovillos de muchas vueltas. Pero cuando se llega a la punta del hilo hay quienes empiezan a enrollar la madeja de nuevo. Cada vez que la diseñadora de moda Elena Saraceni se empecina en la investigación antes de un nuevo trabajo el carrete de las ideas siempre tiene mucho hilo. "Un libro me lleva a otro libro, a una página web y esta a una galería o museo y este a otro libro y así", confiesa de ese ímpetu al que le cuesta darle freno. En su último trabajo en el que se empecinó con la obra Cakeland de Scott Hove y con el fenómeno natural de agressive mimicry, Saraceni se valió de brocado de algodón y chifón degradé con el que hizo manualmente, puntada a puntada a pulso propio, unas rosas a las que dio forma con tijeras de bordar en un proceso largo y minucioso en dos piezas de verdadera colección.
Por @mistercoppola
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